"La extinción amenaza Armenia".
"Desde los tiempos de Tamerlan la historia no ha vuelto a registrar un crimen tan horrendo y llevado a cabo en tan gran escala". Arnold Toynbee, famoso historiador británico.
Testigos presenciales, incluyendo misioneros americanos, proporcionaba sobrecogedoras descripciones de las "terribles torturas" mencionadas por Morgenthau en sus memorias.
Las mujeres  y las nińas eran rapadas y violadas, y después obligadas a desfilar desnudas bajo el achicharrante calor. Muchas víctimas eran crucificadas en cruces de madera; mientras se retorcían de agonía, los turcos les reprochaban: "Ahora que tu Cristo venga y te ayude!" La agencia  Reuters informaba de que "en una aldea, un millar de hombres, mujeres y nińos han sido encerrados en un edificio de madera y quemados vivos". En otro, "gran número de hombres y mujeres fueron atados con cadenas y arrojados vivos al lago Van.

Talaat Pasha, el ministro turco del interior que presidió la liquidación de los armenios, no hizo ningún secreto de su objetivo. "El gobierno... ha decidido destruir por completo a todas las personas indicadas" -- los armenios -- "residentes en Turquía", escribía a las autoridades de Aleppo. Un fin se debe poner a su existencia... y no se debe prestar ninguna consideración a la edad o bien al sexo, o a escrúpulos de conciencia". Talaat dijo a Morgenthau que ya hemos dispuesto de las tres cuartas partes de los armenios; no queda ninguno en absoluto en Bitlis, Van o Erzerum. A las protestas del embajador, Talaat respondía concisa en que: "no tendremos ningún armenio en ninguna parte de Anatolia.